PUBLICISTA Y POETA

Llegó a Estepona hace casi trece años. Hemos tenido oportunidad de verlo y escucharlo en la radio y televisión local, así como en numerosos recitales de poesía. Es el padre intelectual, letrista y productor ejecutivo del espectáculo Guernica 75, musicalizado por Daniel Casares.

Durante los momentos más duros de la pandemia (COVID 19), comenzó en la SER escribiendo y locutando Diario de pandemia y continuó emitiendo por un canal privado creado por él mismo, hasta un total de 300 crónicas radiofónicas, que pudimos escuchar   día a día. Nunca se aburre, siempre está trabajando en nuevos proyectos  y aunque no se prodiga mucho, ciertamente  gana en las distancias cortas.

El perfil del entrevistado de hoy es muy amplio; podríamos hablar del publicista, el poeta, el reportero, el deportista…

 En este caso comenzaré por sus orígenes, y me gustaría saber dónde nació, para profundizar en el hombre que es hoy.

Mis padres eran castellanos. Nací en el pueblo de mi padre, Villa de Don Fadrique, provincia de Toledo y con tres meses de edad, como era costumbre en la época, nos trasladamos a Madrid. Los comienzos fueron duros y con el tiempo y el esfuerzo mis padres fueron sacando la cabeza. Trabajaron como esclavos para darnos lo mejor que estaba al alcance de sus manos, de su constancia, abnegación y de su incansable esfuerzo. Tanto mi hermano como yo somos nietos de la posguerra, pero ellos eran hijos de la misma. Esas circunstancias lo hacen todo muy difícil pero no imposible.

¿Cómo recuerdas el ambiente familiar en el que te has criado?

Mientras que mi padre trabajaba fuera de casa, mi madre lo hacia dentro. El domicilio familiar era una pensión semi clandestina de aquella España en blanco y negro. En cualquier caso, recuerdo mi infancia normal, inconscientemente feliz, sin referentes de contraste del exterior.

¿Cómo era para un niño de aquella época, vivir rodeado de personas distintas y de lugares, entonces, tan lejanos?

La vida siempre tiene dos caras. Por una parte y con la perspectiva que regala el tiempo, recuerdo mi casa divertida por el trasiego de personas, por todos  los conocimientos existenciales que aportaba la diversidad; la otra cara de la moneda es que, sin ser muy conscientes de ello, ese mismo contacto con gentes distintas, nos robó la intimidad familiar. Siempre había que hablar en voz baja para no molestar a los huéspedes, por ejemplo. Todo ello nos llevó a adelantar nuestra salida de casa. Nos hicimos adultos sin   apenas percibirlo.

¿En qué momento de tu vida eliges marcharte de tu hogar, de tu zona de confort?

No recuerdo un momento exacto ni una circunstancia concreta. Seguramente no fue premeditado. Simplemente las situaciones te empujan a tomar la alternativa. Tanto mi hermano como yo nos habíamos hecho, en grado suficiente, a nosotros mismos y sabedores del valor de las cosas, saltamos al ruedo de la vida para buscar oportunidades que pensábamos que se nos brindaban. Cuando fracasábamos regresábamos a casa como algo normal. Era como coger carrerilla para volver a salir. Reconozco que yo tuve más episodios de ese tipo que mi hermano, hasta que llega un momento en el que te ves surcando la vida con sus altibajos y buscando, casi de manera inconsciente, un futuro desconocido. No es lo mismo que ahora. Yo por ejemplo, no recuerdo haber celebrado mi mayoría de edad. Entonces tampoco tenía tanta importancia, posiblemente porque nos hacíamos adultos antes de alcanzarla y sin protocolo alguno. 

¿Qué supuso en tu vida dedicarte al deporte y por qué lo dejas después?

Iba al colegio de un falangista que tenía por costumbre pegar a los niños como algo normal y cotidiano. Comencé a practicar deporte con nueve años. Salto de aparatos, anillas, tenis de mesa para ganar los” pierde paga “de los billares, cien metro lisos, salvamento y socorrismo y boxeo, hasta que conocí el Karate; disciplina en la que me quedé hasta llegar a entrenar con el equipo nacional. Las artes marciales, para un chico de carácter impulsivo, fueron la mejor medicina para controlar el carácter casi vengativo que nos habían inyectado con tanta violencia los docentes de aquel “colegio”. Hubo un antes y un después de practicar karate.

¿Sientes que siempre has sido poeta o es una circunstancia que ha llegado con el tiempo?

El poeta es una persona que de manera natural vive y siente la vida  de forma distinta. Tal vez más sensible o tal vez sutil. Ni mejor ni peor que el resto de los mortales, simplemente con matices diferentes a quienes no son vates. Después y en caso de que te sientas inclinado a ello, vas perfeccionando la manera de expresar, la manera en la que te afectan las vicisitudes de la vida, la existencia, la historia…llorar delante de un papel. Es una manera de existir que descansa en el grado de afección de los acontecimientos. La madurez y el empeño hacen el resto. El poeta que no es autobiográfico, simplemente no es. Quiero decir con esto que también debe poseer, de manera innata, gallardía.  

¿De qué forma incidió tu familia para sentirte inclinado por la poesía?

Mi madre nos escenificaba poesía desde que éramos pequeños. Nos enseñó a leer y escribir con El Quijote y  Platero y yo. Estrofas enteras de El poema del mío Cid, Flor de leyendas (E. Aguilar) y El Conde Sisebuto de Joaquín Abati. Mi hermano me dijo, hace muchos años, que a la fuerza uno de los dos tenía que escribir, y al parecer a mí me tocó la china.

Me consta que has sido durante gran parte de tu vida un viajero impenitente. ¿Cuál fue el viaje que marcó la sucesión de tus salidas al extranjero?

El primer viaje importante que hice fue al Sahara. Más de cuatro mil kilómetros en un destartalado Land Rover. Durante una pequeña temporada conviví con una familia de bereberes en su aldea. Con toda seguridad fue el comienzo de una gran amistad. Después llegaron los viajes transatlánticos. Creo que he llegado a conocer bien la América latina, aunque me quedan asignaturas pendientes. Con el tiempo he pisado los cinco continentes. Pienso que la mejor vacuna para la xenofobia es viajar y cuando hablo de viajar no me refiero precisamente a permanecer en un Resort con pulserita de “todo incluido” y excursiones organizadas. Viajar es mezclarse y adoptar la actitud humilde de aprender de los demás. Tocar, oler, mirar, sentir, deleitarse y dejarse contagiar de lo distinto.

También en tu juventud trabajaste como reportero de guerra en Nicaragua. ¿Cómo se llega a tomar esa decisión?

A mediados de los 80 se puso en marcha el Acuerdo de paz o Tratado de Esquipulas II que, en Nicaragua, no era más que el intento de pacificar la guerra que durante décadas asoló el país. Una guerra civil financiada por R. Reagan a través de la CIA y ex combatientes de Vietnam. El país centroamericano era visitado por brigadas y voluntarios internacionales.  Tomé la decisión de verlo con mis propios ojos. Me tiré al barro de tal manera, que el servicio de inteligencia sandinista pensó que era un espía yanqui mientras el ejército de La contra sospechaba que era un enlace sandinista. Nada más lejos de la realidad, pero todo ello me llevó a estar amenazado de muerte, por escrito, por los enlaces norteamericanos, que no eran otra cosa que asesinos paramilitares adiestrados por USA. Fotografié y grabé todo lo que pude y pisé prácticamente todas las zonas de peligro. Nicaragua tiene más o menos una extensión parecida a Extremadura. Aguanté el tirón y fue una experiencia amarga, enriquecedora y estresante que me sirvió para comprender en primera persona, el horror de una guerra y civil también. El paso del tiempo dejó una factura que se quedó grabada en la memoria, las tripas y la retina para siempre.

¿Un poeta se puede llegar a profesionalizar?

Sin duda; siempre y cuando cobre por ofrecer recitales y a ser posible no le cueste dinero editar su trabajo. Antaño los periódicos cedían espacio para los poetas y pagaban, aunque poco por ello. Desgraciadamente hoy se ha perdido la costumbre.

¿Los poetas deben ser personajes molestos?

Es público y notorio que al menos en España ha sido así. Los que no han sido asesinados, han tenido que exiliarse y/o sufrir el olvido por la estulticia de quienes no piensan como ellos. Para ser más preciso, el poeta, guste o no guste, debe contar lo que ve como lo siente, aunque duela, aunque moleste, aunque para algunos resulte áspero. En la capital de nuestro país, por ejemplo, de manera oficial se han arrancado de las paredes, no hace más de un año, versos de quien otrora fuere el epígono de la irrepetible Generación del 27: Miguel Hernández Gilabert. Lorca fue asesinado. No hacen falta, creo, más ejemplos, pero en caso de que fueran necesarios, no tienes más que leer un poco lo que les sucedió a otros poetas, que por cierto siguen siendo aclamados internacionalmente.  

¿Qué te gustaría decirle al José Miguel del pasado?

Por mucho que le dijera, estoy seguro que no me haría caso. Bastante tengo con mirarme al espejo cuando me afeito.

¿Hay algún tema sobre el que te gustaría escribir todavía y en qué proyecto estás ahora involucrado?

Mi buen amigo, el fotógrafo Rubén Gordé (D.E.P.) fue la única persona que me alentó para no dejar de escribir en un momento decisivo de mi vida. Escribir me abstrae de los problemas. Es una extraordinaria terapia para escapar de una sociedad cada vez más paranoica y adocenada. Mandan las meninges y la tripas.

Llevo años, junto al músico napolitano y hermano de la vida, Alessandro Pacella, sumergido en el proyecto Grabados entre hermanos 12 +1. Un poemario interpretado de catorce maneras distintas que saldrá a la luz en noviembre. Estoy ilusionadísimo con ello y me ayuda a sentirme muy vivo. Tengo que dar las gracias infinitas a los intervinientes que han aguantado el tirón y a los mecenas que harán real este proyecto. En su día se sabrá quienes son; por ahora omito, por respeto, sus nombres propios. En cualquier caso, en YouTube y en mi página Web creo que ya se pueden ver avances.  

El mensaje de Grabados es fundamentalmente reivindicador, social, armónico, novedoso y guarda una sorpresa, sobre todo para el mundo del flamenco, que estoy seguro no dejará indiferente a nadie.

¿Estás a gusto con la vida y las circunstancias que vives actualmente?

Reconociendo que la entrevista ha tenido un tono amable e íntimo, al tiempo y a tenor que por defecto tengo la costumbre de decir lo que pienso, responder a esta pregunta me lleva indefectiblemente a seguir diciendo la verdad; sirva por tanto, la respuesta como una protesta y reivindicación que me consta no será escuchada por quienes dirigen este país, para bien y para mal, el mío. Un país cainita por naturaleza y espontáneamente generoso. Tan contradictorio como cualquier ser humano.

Durante la mayor parte de mi vida he trabajado en el mundo de la publicidad como autónomo. Esto último se traduce en que es imposible, a no ser que sientas placer cuando insultan tu inteligencia, no estar en total desacuerdo con las condiciones a las que se somete a los trabajadores autónomos en España. En ese sentido siento vergüenza por todos los gobiernos que, de manera voluntaria, han explotado a quienes se han visto obligados a “reinventarse” todos los días con el único objetivo de sobrevivir. En esto no hay romanticismo que valga y más cuando, por lo que se ve, no tiene visos de solución, más bien al contrario. Aviso para navegantes. Me avergüenzo, salvo raras excepciones, de aquellos que adrede se alejan de la realidad, dejando al pairo a quienes nos hemos dejado la piel creando puestos de trabajo directos e indirectos, recibiendo a cambio un trato que me atrevería a calificar como, socialmente vejatorio, mientras que, impávidos, asistimos a desmanes incalificables. Espero haber sido claro en mi respuesta y lo que es peor, estoy absolutamente convencido de  que coinciden conmigo decenas de miles de compatriotas.

Si te parece, otro día, enfocamos la pregunta circunscribiéndonos al mundo de la cultura; tal vez y con matices, no difiera mucho de lo dicho anteriormente.

Texto y entrevista: Borja Losada

Fotografías: Rafael Galán

José Miguel Molero Cid

josemiguelmolero.com